6 de marzo
Aquel día, cogimos la carretera hacia el este y nos fuimos al desierto de verdad.
Le pays de la soif...
A medio camino, en Anarak, nos paramos a comer. ¿Y qué nos encontramos?
A parte de eso, el paisaje es espectacular.
Llegamos de noche a nuestro hotelito de adobe en Garmeh, un oasis dentro del desierto del Dasht-e Kavir.
Garmeh
Ateshooni Guesthouse
0913 223 0874
32 dólares por habitación en pensión completa
Es una casa tradicional con un salón comedor sin mesas (hay alfombras y cojines, por suerte también tenían un plástico para proteger la alfombra cuando comían los niños). Las habitaciones no tienen camas, sino colchones finos que se extienden en el suelo a la hora de dormir. La verdad es que fue muy confortable.
El hotel y varias de las casas del pueblo fueron restaurados por el dueño del hotel, un hombre que parece tener mucha vida interior y que toca música con jarrones de barro.
7 de marzo
Un oasis como en las películas.
Nos juntamos a una familia iraní para ir a ver el desierto.
Por la mañana, un lago de sal.
Nos sentimos muy alejados del mundo. Debía de haber un lago (con agua) en medio de la sal, pero no conseguimos encontrarlo. Hay una fábrica que extrae el potasio de toda esta sal.
Los niños que nos acompañaban:
Por la tarde, fuimos a ver el desierto de dunas, que es solamente una parte muy pequeña de lo que es el desierto de Irán. Tras pasar el pueblo de Mesr empieza a haber arena. El lugar parece conocido porque había algunos coches de gente que también iban a ver el desierto. Nuestros acompañantes tenían preparados cubos y palas para jugar.
Otros iban a hacer trompos.
Leo e Irene estaban ocupados a evitar que les llegase arena a los ojos.
Finalmente, se hizo de noche e hicimos un fuego para tomar el té.
8 de marzo
Dimos una vuelta por Garmeh, donde no hay mucho más que el hotel: un corralito con cabras y camellos,
unos túneles,
y un trono para Leo
Una cosa curiosa que tienen las puertas de las casas antiguas es que tienen dos aldabas (gracias wordreference.com) para tocar a la puerta: una para hombres y otra para mujeres. Así sabía la mujer de la casa si se tenía que poner el pañuelo en la cabeza para abrir la puerta.
En el camino hacia Yazd, nos paramos en otro pueblo bonito de adobe, Karanaq. Los niños estaban dormidos y les dejamos en el coche, así que sólo pudimos dar una vuelta pequeña. Habría valido la pena quedarse un poco más.
Llegamos a Yazd por la tarde, la habitación de hotel nos la habían reservado desde Garmeh.
Yazd Orient Hotel
en frente de la mezquita y del Silk Road Hotel
Masjed-e Jameh St. 6th Alley
Habitación triple 600'000 riales
Al desierto
Aquel día, cogimos la carretera hacia el este y nos fuimos al desierto de verdad.
Le pays de la soif...
A medio camino, en Anarak, nos paramos a comer. ¿Y qué nos encontramos?
A parte de eso, el paisaje es espectacular.
Llegamos de noche a nuestro hotelito de adobe en Garmeh, un oasis dentro del desierto del Dasht-e Kavir.
Garmeh
Ateshooni Guesthouse
0913 223 0874
32 dólares por habitación en pensión completa
Es una casa tradicional con un salón comedor sin mesas (hay alfombras y cojines, por suerte también tenían un plástico para proteger la alfombra cuando comían los niños). Las habitaciones no tienen camas, sino colchones finos que se extienden en el suelo a la hora de dormir. La verdad es que fue muy confortable.
El hotel y varias de las casas del pueblo fueron restaurados por el dueño del hotel, un hombre que parece tener mucha vida interior y que toca música con jarrones de barro.
7 de marzo
Garmeh
Un oasis como en las películas.
Nos juntamos a una familia iraní para ir a ver el desierto.
Por la mañana, un lago de sal.
Nos sentimos muy alejados del mundo. Debía de haber un lago (con agua) en medio de la sal, pero no conseguimos encontrarlo. Hay una fábrica que extrae el potasio de toda esta sal.
Los niños que nos acompañaban:
Por la tarde, fuimos a ver el desierto de dunas, que es solamente una parte muy pequeña de lo que es el desierto de Irán. Tras pasar el pueblo de Mesr empieza a haber arena. El lugar parece conocido porque había algunos coches de gente que también iban a ver el desierto. Nuestros acompañantes tenían preparados cubos y palas para jugar.
Otros iban a hacer trompos.
Leo e Irene estaban ocupados a evitar que les llegase arena a los ojos.
Finalmente, se hizo de noche e hicimos un fuego para tomar el té.
8 de marzo
Dimos una vuelta por Garmeh, donde no hay mucho más que el hotel: un corralito con cabras y camellos,
unos túneles,
y un trono para Leo
Una cosa curiosa que tienen las puertas de las casas antiguas es que tienen dos aldabas (gracias wordreference.com) para tocar a la puerta: una para hombres y otra para mujeres. Así sabía la mujer de la casa si se tenía que poner el pañuelo en la cabeza para abrir la puerta.
En el camino hacia Yazd, nos paramos en otro pueblo bonito de adobe, Karanaq. Los niños estaban dormidos y les dejamos en el coche, así que sólo pudimos dar una vuelta pequeña. Habría valido la pena quedarse un poco más.
Llegamos a Yazd por la tarde, la habitación de hotel nos la habían reservado desde Garmeh.
Yazd Orient Hotel
en frente de la mezquita y del Silk Road Hotel
Masjed-e Jameh St. 6th Alley
Habitación triple 600'000 riales




















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